

En sus años más prolíficos Figueroa llegó a trabajar en 8 o 10 largometrajes, una enormidad. Es imposible no recordar esos cielos grises, cargados de nubes que se elevan sobre los perfiles contrastados de maguey en los páramos mexicanos. Esos contrastes de luces y sombras imprimieron un sello inconfundible en las películas de muchos directores con los que trabajó. El hijo de Gabriel Figueroa ha dedicado años a restaurar toda la obra de su padre, y
el sitio oficial de Gabriel Figueroa tiene toda la información que uno necesita.
México le dedica sendas exposiciones retrospectivas de su obra como fotógrafo y director de fotografía de cine. El Palacio de Bellas Artes inauguró el 7 de febrero una muestra que revisa la trayectoria del artista de manera exhaustiva. Otros muchos homenajes se suman a ese y en internet se puede acceder a información que no vale la pena repetir aquí.
...............................................................................Gabriel Figueroa con Luis Buñuel
Escribo sobre Gabriel Figueroa, no solamente para sumarme al coro de quienes lo consideran uno de los grandes fotógrafos del cine, sino para recordarlo, pues lo conocí en 1984 en México, poco tiempo después de que terminara con John Huston “Bajo el Volcán”, la última película importante que hizo como director de fotografía.
Lo entrevisté para la DPA (agencia alemana de prensa) en su casa, la misma casa donde durante muchos años vivió B. Traven, el misterioso autor de “Canasta de cuentos mexicanos”. Ni el propio Gabriel Figueroa supo su verdadero nombre, o si lo supo, guardó muy bien el secreto. A mi simplemente me mostró un pequeño departamento, en un segundo piso de su casa, donde vivió Traven. Ese departamento aparece detrás de nosotros en la foto.