Marcelo Quiroga Santa Cruz |
Incluso para la gente del MAS que gobierna actualmente, García Meza es demasiado remoto. Ellos no lucharon contra la dictadura de García Meza, no sufrieron persecución y exilio, más bien recibieron la democracia en bandeja (y han aprovechado muy bien de ella).
Para mi generación, en cambio, García Meza y su brazo derecho Arze Gómez, fueron los responsables, aún antes del golpe que los encumbró en el poder el 17 de julio de 1980, del secuestro, tortura y asesinato de Luis Espinal, director del Semanario Aquí.
Desde las páginas del Semanario denunciábamos lo que entonces nos parecía evidente: García Meza preparaba un golpe de Estado pero la presidenta Lidia Gueiler no lo removía de su cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. El 19 de abril de 1980, un mes después del asesinato de Luis Espinal publiqué en el semanario Aquí este breve texto que aludía con sorna a los planes golpistas:
García Meza y Arce Gómez |
Tres meses más tarde, como estaba cantado, el golpe militar y el asesinato de Marcelo Quiroga, Gualberto Vega, Carlos Flores, entre otros. El Diario publicó en primera plana: “La revolución del 17 de julio es del pueblo”. El Semanario Aquí fue uno de los blancos de los golpistas pero no pudieron hallarnos. Cada quien en la redacción y en la asamblea del Semanario buscó su manera de esquivar la mano dura de la represión. Arce Gómez, Ministro del Interior, declaraba sin ambages que todos teníamos que “andar con el testamento bajo el brazo”.
Luego de unas semanas de clandestinidad decidí asilarme en la Embajada de México para no poner en riesgo a los amigos que me habían acogido en su casa. Ximena Iturralde se arriesgó a trasladarme en su auto desde la casa donde estaba escondido en San Jorge hasta la residencia de la Embajada en Obrajes. Llegamos a ser un centenar de asilados, dormíamos en el suelo apretujados y compartíamos las tareas de la cocina porque Dora, la cocinera, no hubiera podido con tanta gente.
Cuando en septiembre la dictadura comenzó a otorgar salvoconductos para que los asilados viajaran a México nos dimos cuenta de que a algunos no nos beneficiaba esa medida. Supimos de una lista de seis asilados que, según Arce Gómez, iban a “podrirse” en la embajada pues no les concedería “jamás” el salvoconducto de salida. En esa lista estaba mi nombre (junto a Cristina Trigo, Antonio Peredo, Luis López Altamirano, entre otros), lo que me hizo tomar la decisión de evadirme por la frontera peruana, pero esa es otra larga historia.
En mi libro La máscara del gorila (1982), que fue premiado en México, incluí un capítulo donde comento la breve hagiografía que sobre García Meza publicó el servil Dr. F. Hugo Salamanca T., con el sugestivo título El hombre nuevo. Todavía conservo ese ejemplar como una rareza bibliográfica, de antología. Salamanca hace un “esbozo biográfico” de García Meza que haría palidecer de envidia a Simón Bolívar.
García Meza extraditado de Brasil |
Poco antes de morir García Meza “recuperó” la memoria. En una carta de despedida salpica con ventilador a una docena de personajes políticos a los que acusa de ser responsables de su dictadura. Es decir, él nunca hizo nada malo, fueron los otros.
(Publicado en Página Siete el sábado 5 de mayo 2017)
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En la grupa del noble animal, el joven cadete y el militar, siempre encontraron un remanso en el mundo de problemas; aquella fue refugio de la meditación para analizar y debatir mejor las más difíciles respuestas que han guiado su vida.
—F. Hugo Salamanca