Le decíamos el Gordo Guillermo o el Gordo
Aguirre desde que era flaco, más por cariño que por descripción física. Otros
amigos le decían Guille, y algún despistado Guichi, pero siempre con afecto, porque su manera de ser provocaba afecto. Tenía
69 años, no es edad para morirse.
Hizo su vida en el cine boliviano, y era
un ávido lector, cosa rara en estos tiempos. Cada vez que nos veíamos me
contaba había encontrado una “joya” en alguna feria de libros viejos, que solía
recorrer con la fruición de un niño en una heladería. Unos meses atrás me regaló un
libro escrito por mi padre, del que yo no tenía ejemplares. Lo había encontrado en una feria de libros usados. Le retribuí con la
edición mexicana de mi Historia del cine
en Bolivia (que él no había podido hallar en sus itinerarios de detective
literario) y al poco tiempo sacó una nota en Facebook refiriéndose a la
necesidad de reeditar el libro.
Elías Serrano, Alfonso Gumucio y Guillermo Aguirre, en Tarija |
En el Facebook el Gordo era un defensor acérrimo
de Evo Morales y del MAS, pero tenía la delicadeza de no tocar el tema cuando
estábamos juntos. Su identificación era apasionada antes que ideológica. Veía la oportunidad de reivindicar a los más pobres, pero no quería ver los problemas.
Mela Márquez, Sebastiana Kespi y Guillermo Aguirre |
Antonio Eguino cuenta que el Gordo tuvo
la idea que luego Paolo Agazzi convirtió en Mi
socio (1981) una de las películas más taquilleras de la época. Fue durante
una reunión en las oficinas de Ukamau, cuando se quebraban la cabeza tratando
de resolver los problemas de financiamiento de Amargo mar (1984), la película sobre la guerra del Pacífico. En eso
Guillermo sugirió hacer algo “más ligero” y fácil de producir: la historia de
un chofer de camión que en su recorrido por el país establece una relación de
amistad con un niño. Antonio pasó por alto la sugerencia, pero Paolo la agarró
al vuelo para realizar su emblemática road
movie.
Paolo Agazzi, David Santalla y Guillermo Aguirre. Fimación de Mi socio |
Los aviones no se caen fácilmente, todos
tienen la capacidad de planear, pero ese vuelo fue demasiado accidentado como
para soportarlo sin consecuencias. Al parecer la avioneta también se resintió,
porque al regresar a La Paz con otro pasajero, se estrelló antes de llegar al
aeropuerto de El Alto. Fernando Kieffer, que iba en ese vuelo, quedó con las
piernas quebradas.
El Gordo fue también parte del equipo
(junto a Freddy Delgado, Armando Urioste y Rafael Flores, entre otros) que
colaboró conmigo en la producción de mi película sobre Luis Espinal y la
iglesia de liberación. Pero como es una película q’encha, que nunca pude terminar, mejor no hablo de ella.
Dale Martín, del grupo La Escalera |
Una de las más conocidas, Dale Martín (1979) obtuvo el premio
Cóndor de Plata en 1980. Se trata de un semi-documental en blanco y negro que
en 13 minutos narra la historia de un niño de escasos recursos que admira a dos
deportistas bolivianos y aspira a ganar una carrera para superarse en la vida.
Una narrativa similar (voz en off, música
de fondo, película en blanco y negro en 16 mm) tiene Hasta cuando (1978), la primera película del grupo (con producción
del canal estatal TV canal 7) realizada para obtener el premio Cóndor de Plata
en su primera edición. Aquí el personaje principal es un humilde artesano que
presionado por la falta de trabajo y oportunidades, pasa a engrosar las filas
de los alcohólicos de las laderas de La Paz, los “artilleros” que beben hasta
morir.
Ramiro Valdez, Paolo Agazzi, Mela Márquez, Alfonso Gumucio y Guillermo Aguirre |
Por supuesto que estos tres cortometrajes
han envejecido con el tiempo, y su discurso social o cinematográfico puede
parecernos ahora precario y artesanal, pero es importante colocarlos en el
contexto de los años en que fueron producidos.
Dibujo de Marcos Loayza |
El cine boliviano le debe mucho a
Guillermo Aguirre, y una manera de hacerle un reconocimiento es ingresar a
YouTube para ver las películas que hizo con el grupo La Escalera.
Era un amigo leal y memorioso, que a pesar de las enemistades que dividen a los cineastas bolivianos, se llevaba bien con todos.
Era un amigo leal y memorioso, que a pesar de las enemistades que dividen a los cineastas bolivianos, se llevaba bien con todos.
El Gordo llegó al final de su camino la noche del 22 de mayo de 2016 y lo enterraron al día siguiente con su perro, en el mismo ataúd, porque era su compañero desde hace muchos años y la familia consideró que era mejor que durmieran juntos.
____________________________________________
En
realidad después de los cuarenta años la verdadera
cara la
tenemos en la nuca, mirando desesperadamente hacia atrás.
—Julio
Cortázar