El trayecto a Tarma desde Lima es empinado, la carretera serpentea hasta Ticlio, a 4.818 metros de altitud sobre el nivel del mar, para luego bajar, en pocos minutos, mil metros hasta La Oroya, donde se encuentra el gigantesco centro minero de Cerro de Pasco, y unos 750 metros más abajo está Tarma, una ciudad pequeña encerrada entre flancos de montaña, con un microclima que hace olvidar la aridez de la región.
Este pequeño poblado peruano fundado en 1538 en las estribaciones de la Cordillera Oriental, a 230 kilómetros de Lima, es la cuna de Manuel Odría, el dictador que gobernó el Perú de 1948 a 1957, venerado localmente como el gobernante que más obras hizo en su pueblo natal. Los restos del “hijo predilecto de Tarma” descansan en la Catedral Santa Ana, construida durante su gobierno.
En los alrededores de Tarma -que sus ciudadanos nombran como “la perla de los Andes”, o “la ciudad de las flores”- hay atractivos naturales como las grutas de Huagapo, San Pedro de Cajas, Antipa Yarguna o Pacuhuayin, así como restos arqueológicos como los de Conchocan, Ticlan, Racashmarca, Anashpata o Huayiperga y los andenes o terrazas de cultivo construidos por los indígenas taramas y más tarde utilizados durante el imperio incaico.
Orgullosos de su música y de sus tradiciones, los tarmeños tienen como himno popular una canción emblemática y picaresca que dice así: “Picaflor tarmeño / por qué pues pretendes / picar a las flores / que ya tienen dueño”. El picaflor tarmeño es el símbolo de los valles circundantes, productores de flores y aparece representado monumentalmente en las plazas de los pueblos. Yo estuve, por así decirlo, de picaflor unos pocos días, libando de una estimulante experiencia de comunicación para el desarrollo.
Aparte de comer una “pachamanca” de cordero (que resultó por debajo de mis expectativas), muy poco de los atractivos turísticos pude disfrutar durante mi visita a Tarma, porque el objetivo era otro, conocer las actividades del proyecto Nexo y de su programa de televisión rural “Fortalezas TV”, y sus vínculos a algunos pueblos dedicados a la agricultura, Huaricolca, Acobamba o Palcamayo.
Ernesto Girbau, uno de los que se formaron en la escuela de video participativo de CESPAC, el emblemático proyecto que creó Manuel Calvelo en los años 1970, es el creador de Nexo, una organización cuyo objetivo es capacitar a jóvenes del área rural en la producción de video. Hasta ahora lo ha logrado con creces, a juzgar por los documentales y ficciones que pude ver durante mi visita, todas ellas producidas por un trío de jóvenes emprendedores reclutados en comunidades vecinas: Yerson Ingaruca de Huaricolca, David Espinoza que cultiva flores en Picoy, y Leonel Hurtado músico en Calca.
El proyecto de Girbau, apoyado por la WACC (Asociación Mundial de Comunicación Cristiana), incluyó la capacitación de un grupo de jóvenes hombres y mujeres de las comunidades rurales, así como la producción de una serie documental sobre temas de interés de la población rural. “Fortalezas TV” recoge por una parte el saber local de la propia gente y por otra apela a especialistas de la salud o de la educación para enriquecer los contenidos de los programas, que incluyen segmentos sobre medio ambiente, agricultura, derechos humanos, educación o salud.
La pericia adquirida por el equipo de jóvenes capacitados por Girbau los ha llevado a experimentar con la ficción, y el resultado es de muy alta calidad, tanto por el contenido social como por la destreza técnica. El segundo y más reciente cortometraje argumental, “Corrupción”, está impecablemente realizado y es una demostración de que el proceso ha generado capacidades locales suficientes como para crear en la región un cine de características culturales propias.
En “Corrupción” los noveles cineastas narran la historia de un periodista, asesinado por las investigaciones que llevaba adelante para denunciar los lazos de corrupción que unen a políticos locales y a empresarios. El film fue seleccionado en el Festival Internacional FENACO Cusco 2010 en la categoría de estudiantes, un primer paso interesante para estos jóvenes que apenas un par de años atrás empezaron a formarse en producción de video, guiados por Ernesto Girbau para quien esta actividad no es solamente un proyecto, sino un proyecto de vida.