02 junio 2010
Memorias de la Revolución
Tuve oportunidad a fines de abril, en el marco del “Coloquio Internacional de Cine Mudo en América Latina”, de visitar con algunos de los participantes la Quinta los Barandales, en Ocoyoacac, en el Estado de México, camino a Toluca, donde se encuentra la sede de la Fundación Carmen Toscano –hija de Salvador Toscano- una institución familiar que preserva el acervo cinematográfico acumulado por Salvador Toscano, muy rico en imágenes de la Revolución Mexicana.
Lo primero que me impresionó es el lugar donde se encuentra la quinta Los Barandales, que ocupa una colina completa desde cuya altura se mira el pueblo de Ocoyoacac. El lugar es hermoso, la casa de hacienda –construida en 1896- está a la sombra de enormes árboles y rodeado de flores de todas clase, buganvillas que estallan de color, floripondios rosados, y otras que mi ignorancia no me permite nombrar. Hasta quinua cultivan en esta propiedad, una quinua californiana, de grano muy pequeño, que crece a esta altitud.
Octavio Moreno Toscano y Verónica Zárate Toscano organizaron esta visita a una de las colecciones de cine más emblemáticas de América Latina, pues en las bóvedas de la Fundación se conserva la memoria de la primera revolución social del continente. Miles de metros de película permiten ver en movimiento a las figuras que hicieron historia en México: Francisco Villa, Emiliano Zapata, Francisco Madero, y tantos otros. Salvador Toscano realizó 46 películas entre 1898 y 1921, los primeros años dominados por “vistas” cortas sobre temas específicos y los últimos por producciones de mayor complejidad, donde las imágenes se organizan en torno a un discurso histórico. Pero además, acumuló miles de metros de película que otros camarógrafos filmaron hasta mediados del siglo pasado (las colecciones de Abitia, Liserio, Colín, entre otras).
La creación de la Fundación Carmen Toscano se hizo oficial el 11 de julio de 1992, cuando Manuel Moreno Sánchez –esposo de Carmen Toscano- abrió las puertas de Los Barandales: “En una época en que la moda es privatizar las cosas, nosotros decidimos desprivatizar estos bienes y dejarlos a disposición de la sociedad, para que quienes quieran trabajar en ciencias, espacios culturales, educación, bellas artes y artesanías, los utilicen y al hacerlo; aporten a los mexicanos de hoy y del futuro, los frutos de su talento y esfuerzo. Así seguiremos el ejemplo de Carmen y honraremos su inquietud.”
No ha sido fácil para los Toscano hacer realidad esta obra. La realidad política de México determinó que la Fundación adquiriera personalidad jurídica propia en ausencia de apoyo del Estado. Durante muchos años la familia Toscano ofreció al Estado mexicano la colección de películas, para que las imágenes fueran conservadas en buenas condiciones y se hiciera el trabajo necesario de restauración y producción de nuevas copias. Sin embargo, los sucesivos gobiernos mexicanos, enfrascados como siempre en la coyuntura política o en la visibilidad institucional en materia de cultura, no le prestaron atención a la oferta. Luego de tocar muchas puertas que nunca se abrieron, la familia decidió crear la Fundación Carmen Toscano con esfuerzo propio, poniendo la quinta Los Barandales a disposición, aunque no cuenta todavía con las condiciones ideales para la conservación del material fílmico.
Además de los centenares de latas de película que uno encuentra en todos los rincones (provisionalmente, hasta que la bóveda sea acondicionada), la Fundación ofrece a los visitantes muchos otros atractivos. Dispone de cámaras y proyectores de cine antiguos, así como una colección de carteles de cine y otros materiales de archivo que Salvador Toscano y sus herederos pacientemente reunieron a lo largo de sus vidas.
Un descubrimiento relativamente reciente permitió rescatar un guión fílmico que Toscano nunca logró materializar. Se trata de dos cajas con más de 500 tarjetas que contienen apuntes y fotogramas de “Los últimos treinta años de México”, que es como se iba a llamar la película documental que preparaba Salvador Toscano hasta el mínimo detalle. Ese material, muy rico visualmente debido a la selección de fotogramas y a los comentarios de Toscano, probablemente sirvió de base para “Memorias de un mexicano”, que realizó Carmen Toscano en 1950 para preservar y difundir el legado de su padre.
Hoy, el mismo material de fichas y fotogramas contenidos en dos polvorientas cajas de cartón, ha sido la base para un hermoso libro, “Fragmentos - Narración cinematográfica compilada y arreglada por Salvador Toscano, 1900-1930”, recién salido del horno, un regalo que nos entregaron a los ponentes del coloquio sobre cine mudo. El libro, diseñado por Pablo Ortiz Monasterio e impreso con la mejor calidad, reproduce algunos de los fotogramas seleccionados por Toscano, y los acompaña de textos de los otros dos investigadores, Ángel Miquel y David Wood, que hicieron posible esta nueva iniciativa auspiciada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituo Mexicano de Cinematografía. Así da gusto investigar, con el apoyo decidido de instituciones.
No es todo, hay más. La Fundación ha habilitado varias salas para exhibir piezas arqueológicas de las culturas mexicanas. Es una colección formidable, que cuenta con algunas piezas extraordinarias, tan bellas como extrañas, que prueban una vez más la extraordinaria riqueza artística de las culturas mesoamericanas. La colección es un atractivo adicional para visitar la quinta Los Barandales, cuyo nombre se origina en el grupo que animaba la revista cultural “El Barandal” en los años 1930s, donde escribía Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia y un joven de 17 años llamado Octavio Paz.
Desde 1983 la Cineteca Nacional de México otorga la Medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfico, con la que se ha reconocido a personalidades mexicanas de larga trayectoria en el cine, como Luis Alcoriza, Emilio García Riera, Tomás Pérez Turrent, Manuel González Casanova, Felipe Cazals, Vicente Leñero, entre otros.
Last but not least… en Los Barandales se realizan regularmente seminarios, cursos de capacitación, encuentros, talleres de guión, y otras actividades que se detallan en los informes anuales de la Fundación Carmen Toscano, además de las que se realizan en el resto del país e internacionalmente. La quinta cuenta con espacios para alojarse, un comedor –donde nos dieron a probar quesadillas de quinua, un nuevo aporte culinario- y una sala de cine.