Se trata de una Paz bastante frágil, pues la guerra se ha trasladado a las calles y ya no tiene solamente un tinte político sino también de delincuencia común. Guatemala es un caso crónico de violencia de la más salvaje que se pueda imaginar. Para un país tan pequeño, las cosas que suceden en Guatemala superan a las que han sucedido en Colombia en los momentos más duros. En Colombia los enfrentamientos tienen que ver mucho con la guerrilla y el narcotráfico, mientras que en Guatemala con todo tipo de tráficos que no tienen nada de político.
Luego de 34 años de conflicto armado, el 29 de diciembre del año 1996 se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, que consolidó el Acuerdo de Paz de Esquipulas, firmado en 1987. Luego de varios años de negociaciones lentas y difíciles, finalmente la guerrilla guatemalteca y el gobierno acordaron la desmovilización de las fuerzas guerrilleras y de una parte del ejército. Guatemala no aguantaba más una guerra interna tan sangrienta. Muchos todavía no lo saben, o no son conscientes de ello, pero en ese país centroamericano la guerra dejó un saldo de 200 mil muertos y desaparecidos. Todavía se encuentran cada cierto tiempo cementerios clandestinos con decenas y a veces centenas de restos humanos.
Acuerdos de Paz: el de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), conocido como “Guatemala, Memoria del Silencio” (12 tomos), y el que elaboró para la iglesia católica Monseñor Gerardi, fundador y coordinador general de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA) y obispo auxiliar de la Ciudad de Guatemala. Monseñor Gerardi fue asesinado poco días después de la presentación del informe -en cuatro 